lunes, 18 de febrero de 2013

Observaciones desde el hospital acerca de la muerte


Después de haber pasado cientos de horas en el hospital en los últimos dos años junto a su esposa, quien está en tratamiento de cáncer, Mike Keller comparte sus pensamientos acerca de nuestra mortalidad.
Mi esposa contrajo una forma particularmente agresiva de cáncer que hoy después de aproximadamente dos años sigue siendo tratado en el
Centro de tratamiento del Cancer MD Anderson en Houston, Texas. He pasado cientos de horas con ella en el hospital. Con el tiempo, inevitablemente, empecé a ver con claridad ciertos hechos acerca de nuestra mortalidad. El tono y trato humano dentro del hospital fue extraordinario. Entre los pacientes, sus cuidadores, y el personal, no hubo fricción observable en ningún momento.

 La gente era muy amable y cariñosa hacia los otros. En dos años, nunca he oído levantar la voz a nadie dentro de este hospital. En lugar de la atmósfera hosca y poco comunicativa que a veces se encuentra en un hospital o en las salas de espera de otros lugares, aquí pacientes y cuidadores  hablan con interés y atención los unos a los otros, escuchando las historias personales acerca de su enfermedad, desocupan con mucho gusto sus asientos para dar cabida a otras personas o  a sillas de ruedas voluminosas, siempre están halagándose unos a otros por su ropa, y en general el trato hace sentir a cada uno como valioso, digno de atención y compasión. 
Una vez que me di cuenta de este extraordinario trato en el hospital, no fue difícil para mí explicármelo.
La gente allí sabía algo acerca de sí mismos y de los demás de lo que que normalmente no somos conscientes o de lo que huímos. El cáncer es una enfermedad mortal, sin cura aún. Para todos los que trabajan o pasan por este hospital (que se especializa en esta enfermedad)  la muerte es un hecho, una realidad ineludible y se sabe que todos somos mortales.


Nadie puede vivir para siempre.  
 
Bajo mi perspectiva, la toma de conciencia de nuestra mortalidad natural encontró un espacio común entre la gente del hospital  y dio lugar al respeto, la preocupación y la compasión por los demás.

Con el tiempo, una visión relacionada con el tema vino a mí. Un día mientras caminaba hacia la cafetería, mis ojos se posaron en un hombre, aparentemente un profesional de la salud perfectamente sano, entonces la idea vino a mi mente, me dije: "Él también está en camino." Quiero decir que él también estaba camino a su propia muerte

Para mí, esta percepción fue una sorpresa impactante. Nunca había visto a otro ser humano sano de esta manera. Luego al seguir observando y reflexionando acerca de las decenas de personas que se encontraban allí, llegué a la conclusión que todos estamos en camino del final.  
Esto es algo profundo y dificil de aceptar, el saber que la otra persona, sin importar sus circunstancias, está en camino a su muerte. 

 
En cualquier caso, inevitablemente, esta percepción sobre la futura muerte de cada individuo me llevó a la reflexión sobre mi propia muerte y por supuesto la de mi esposa.  

Me sentí profundamente triste. Me encanta estar con vida, al igual que ver a mi esposa viva y sana.   
Parecía una lástima tener que dejar esta vida. 

Lo que finalmente me llegó como un consuelo era que la muerte es una parte inevitable de estar vivo.
Todos los seres vivos mueren, ya sea hombre, ardilla, árbol, araña, o mirlo. De hecho, las dos palabras "vida" y "muerte" dan lugar a malentendidos. "La vida" no es un proceso que sea terminado por otro proceso llamado "muerte". "Vivir" es un proceso, y que incluye la muerte. Tal vez sería más fácil de ver la 
vida / muerte como un proceso único si es que hubiera una palabra para ello.  
Podríamos tratar de formar una sola palabra de raíz latina y decir "vivamor", del latín "vivir" (vivere) y del
"morir" (Mori).  
Ahora podemos decir que cada ser vivo está en "vivamor", un proceso de vida / muerte.
Que todos los seres tengan una vivamor feliz.

 Mike Keller es un ex profesor universitario de Inglés. Durante los últimos ocho años ha sido miembro del Centro de Houston Zen, asistiendo a las sesiones de meditación ZEN, y colaborando en la enseñanza del Dharma.  
Ha desarrollado una práctica espiritual de 34 años. También es autor del artículo, "Henry David Thoreau: Una Visión Transpersonal", del Journal of Transpersonal Psychology, Primavera, 1977. Vive con su esposa en Houston, Texas.

Traducción del artículo Observations from a Hospital on Dying
Revista Mindful © 2012 Foundation for a Mindful Society

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